Svante Arrhenius
Svante Arrhenius
  


LA CIENCIA DEL CALENTAMIENTO GLOBAL:

¿BUENA, MALA, O FEA?


Victor M. Ponce

2015


La ciencia del calentamiento global data de aproximadamente más de un siglo. En 1896, Svante Arrhenius, un notable científico e ingeniero sueco, publicó un artículo titulado "La influencia del ácido carbónico en el aire sobre la temperatura del terreno," donde claramente expuso la ciencia del calentamiento global.1

Las contribuciones de Arrhenius se extendieron más allá de los campos de la física y de la química, abarcando las [nuevas] disciplinas de físicoquímica, geofísica, astrofísica, geoquímica y bioquímica.2 En 1903, Arrhenius ganó el Premio Nobel de Química por su teoría electrolítica de la disociación de las sustancias iónicas tras su disolución en agua, el tema de su tesis, publicada en 1884. Más tarde, Arrhenius dedicó su tiempo al avance de la tecnología y la ciencia popular. Entre 1906 y 1925, escribió once libros con el fin de divulgar las ciencias.2 Bajo cualquier criterio, los logros científicos de Svante Arrhenius son excepcionales.

Hacia la mitad de su carrera, Arrhenius mostró interés especial en la influencia que tiene el dióxido de carbono en el control del clima. Su obra fundamental sobre el tema fue el artículo publicado en 1896 (op. cit.). Puede preguntarse qué tan bueno era este artículo, dado que data de hace más de un siglo. En primer lugar, hay que reconocer que el dióxido de carbono se conocía como ácido carbónico en el tiempo de Arrhenius, por lo es claro que el tema del artículo se refería al problema que ahora enfrentamos.

En el 2004, el vicepresidente de EE.UU. Al Gore colocó el tema de calentamiento global al frente de la opinión pública mundial. Hasta esa fecha, los escépticos habían caracterizado a la ciencia del calentamiento global como mala. Ahora que el calentamiento global está presente y que amenaza con afectar la vida de la población, de repente la ciencia se ha convertido en fea. Hay quienes sostienen que corregir el calentamiento global causará un daño irreparable a la economía mundial, en la creencia de que la salud de la economía mundial debe primar sobre la supervivencia de la biosfera.

Examinemos la obra del hombre que debe de haber sido uno de los primeros en pasar muchas horas de estudio y reflexión sobre la ciencia del calentamiento global: Svante Arrhenius. Su artículo es magistral; por desgracia, su lenguaje científico limita su atractivo a un público más amplio. En este artículo revisamos el trabajo de Arrhenius, con el fin de echar más luz en el tema.

La primera pregunta de Arrhenius fue:


"¿La temperatura media de la tierra es afectada por la presencia
de gases que absorben el calor en la atmósfera?"

Arrhenius razonó que el aire retiene el calor de dos maneras: (1) por difusión selectiva ya que el calor pasa a través del aire; y (2) por absorción, ya que algunos componentes atmosféricos absorben grandes cantidades de calor. El nitrógeno (N2) y oxígeno (O2), los componentes principales de la atmósfera, son moléculas diatómicas homonucleares, tan firmemente unidas entre si que son incapaces de absorber calor a través de vibración.

La absorción selectiva de calor es llevada a cabo por el dióxido de carbono (CO2) y el vapor de agua (H2O), presentes, en pequeñas cantidades, en el aire. Estas dos moléculas se componen de dos elementos y tienen más de dos átomos, unidos de forma holgada, lo que hace capaz una ligera vibración con la absorción de la radiación infrarroja [calor] (Fig. 1).

Con el tiempo, dicha molécula emitirá la radiación de nuevo, la cual sea probable que se absorba por otra molécula. Este ciclo de absorción-emisión-absorción sirve para mantener una fracción del calor cerca de la superficie de la Tierra, aislando a esta última del frío del espacio exterior. Otros compuestos químicos que absorben el calor, tales como el metano (CH4) y óxido nitroso (N2O) también se encuentran en la atmósfera, pero en concentraciones mucho más pequeñas.

Absorción de calor de la molécula de dióxido de carbono a través de la vibración<br>(Fuente: University Corporation for Atmospheric Research
Fig. 1  Absorción del calor a través de vibraciones
por una molécula de dióxido de carbono.
(Fuente: University Corporation for Atmospheric Research).

Arrhenius calculó los coeficientes de absorción de calor del dióxido de carbono y del vapor de agua, lo cual le permitió establecer conclusiones sobre el equilibrio térmico del aire cercano a la Tierra. Luego calculó la fracción de calor que sería absorbida por la atmósfera cuando contiene cantidades seleccionadas de dióxido de carbono y vapor de agua. Desarrolló una tabla para expresar la transparencia de la atmósfera [es decir, su capacidad para conducir el calor] en función de cantidades específicas de dióxido de carbono y vapor de agua (Tabla III, op. cit.). Cuanto mayor es la concentración de cualquiera de estos gases, menor es la transparencia de la atmósfera y, en consecuencia, mayor es su capacidad para absorber el calor.

Arrhenius luego se hizo una segunda pregunta:


"¿Que tanto depende la temperatura del suelo del poder de absorción del aire?"

Arrhenius razonó que la Tierra se encuentra en equilibrio térmico natural durante un período suficientemente largo, por ejemplo, un año. Por lo tanto, se concentró en los cambios de temperatura del aire debidos a los cambios en la transparencia del mismo [absortividad]. Realizó un balance térmico de la atmósfera inferior, mediante el uso de matemáticas finitas [análisis numérico], lo cual le permitió calcular los cambios de temperatura medias anuales de diferentes latitudes para variaciones postuladas en la concentración de dióxido de carbono. Desarrolló una tabla que muestra el aumento o decremento de la temperatura, a través de las latitudes, para las siguientes proporciones de niveles de dióxido de carbono, futuras a la actualidad: 0.67, 1.5, 2.0, 2.5, y 3.0 (Tabla VII, op. cit.).

Citando dicha tabla, el doblar la cantidad de dióxido de carbono producirá un rango de aumento de temperatura con un mínimo de 4.95°C cerca del Ecuador (rango latitudinal 0-10°N, o 0-10°S), hasta un máximo de 6.05°C en el Ártico (rango latitudinal 60°-70°N). Este último logro es notable ya que ha sido un tema muy debatido por más de cien años. Arrhenius concluyó, basandose en cálculos y análisis detallados, que un aumento geométrico en el dióxido de carbono causará un aumento aritmético en la temperatura del aire.

Es interesante notar que lo que pudo haber inspirado el descubrimiento científico extraordinario de Arrhenius, no fue tanto el calentamiento global, sino el enfriamiento global [recordemos que él vivía en Suecia]. Dado que el fenómeno se puede aplicar en cualquier dirección, a Arrhenius le interesaba la posible causa de la última Edad de Hielo (Fig. 2). Arrhenius razonó que sus hallazgos podrían justificar las variaciones de temperatura de 5°C-10°C y que el cambio podría ir en cualquier dirección, dependiendo de las circunstancias.

Ice cover during the last Ice Age
  Fig. 2  La cubierta de hielo durante la última Edad de Hielo.

La evidencia geológica muestra con certeza que durante la época Terciaria, la temperatura del Ártico debe haber superado la temperatura presente (1896), en aproximadamente 8°C-9°C. Por el contrario, las mediciones del desplazamiento de la línea de nieve sugieren que durante la Edad de Hielo la temperatura debió haber sido 4°C-5°C menor que la presente. Arrhenius formuló una tercera pregunta:


"¿Cuánto debe variar el dióxido de carbono a fin de que la temperatura alcance los mismos valores que aquéllos de la Edad de Hielo y del período Terciario, respectivamente?"

Sus cálculos mostraron que la temperatura en el Ártico se elevaría aproximadamente 8°C - 9°C si el dióxido de carbono aumenta de 2.5 a 3 veces el nivel presente (1896). Asimismo, mostró que para obtener la temperatura de la Edad de Hielo entre los paralelos 40° y 50°, el dióxido de carbono en el aire tendría que bajar a 0.62 a 0.55 de su nivel actual.

Por último, Arrhenius hizo una pregunta crucial:


"¿Es probable que este tipo de variaciones tan grandes en el nivel de dióxido de carbono pueden haber ocurrido en tiempos geológicos relativamente cortos?"

Respecto a este tema, Arrhenius se apoyó en el trabajo de su colega, el Profesor Högbom. Cuando el dióxido de carbono en el aire [suponiendo 300 ppmv, c. 1896] se distribuye uniformemente sobre toda la Tierra, produce una capa de carbono de 1 mm de espesor. ¿Cómo se compara esta cantidad con las cantidades que están siendo transformadas por la naturaleza y por los seres humanos? Según Arrhenius, el uso industrial del mundo de carbón (500,000,000 de toneladas por año, c. 1896) equivale a una capa de 0.003 mm (Figura 3). [Comparativamente, en el 2007, el consumo mundial del carbón fue de 6,300,000,000 de toneladas, y la de petróleo fue de 4,891,000,000 de toneladas].

En general, la cantidad total de dióxido de carbono fijado en formaciones sedimentarias es de aproximadamente 25,000 más que la cantidad presente en el aire (op. cit.). Cada molécula de carbono enterrado bajo la superficie de la Tierra debe haber existido y pasado a través de la atmósfera a lo largo del tiempo geológico. Por lo tanto, la probabilidad de variaciones sustanciales en la cantidad de dióxido de carbono en el aire es un hecho real, aunque no todas las variaciones siempre fueron en la misma dirección.


  Fig. 3  Antracita (carbón mineral).

Arrhenius llegó a la conclusión, mediante un balance de masa, que la principal fuente de carbono juvenil [es decir, de primer uso] en el aire proviene de erupciones volcánicas. Los vulcanólogos reconocen que esta fuente no siempre ha fluido con regularidad y de manera uniforme a través del tiempo geológico. Por lo tanto, las variaciones naturales de dióxido de carbono atmosférico (aumentos o disminuciones) se atribuyen a las variaciones naturales en la cantidad de dióxido de carbono producido por la actividad volcánica.

Es necesario notar que mientras Arrhenius no sugirió explícitamente que la quema de combustibles fósiles podría causar el calentamiento global, su artículo indica que estaba consciente del potencial de los combustibles fósiles como fuente importante de dióxido de carbono. Arrhenius no podía haber previsto el aumento enorme en el consumo de combustibles fósiles debido a la invención y el uso generalizado de los automóviles, trenes, barcos, aviones y otros medios de transporte automotriz. Tampoco podía haberse imaginado las mejoras sustanciales en el saneamiento y la salud pública que llevaron a la explosión demográfica del siglo XX.

Sin embargo, aún con su perspectiva limitada, Arrhenius concluyó que probablemente habrían grandes variaciones en el dióxido de carbono atmosférico. Aun así, no podía haber previsto que poco después, los humanos participarían en un experimento [con nuestra Tierra, el prototipo por excelencia] de proporciones amplias e impacto global: la quema indiscriminada de combustibles fósiles para apoyar la creciente actividad económica que caracterizó al siglo XX.

Las predicciones de Arrhenius fueron recibidas con gran interés por la comunidad científica mundial, pero con el tiempo se olvidó el tema hasta que Carl Rossby inició mediciones atmosféricas de dióxido de carbono en la década de 1950.2 La cuestión de efecto invernadero de Arrhenius fue tomada como tema importante para el Año Geofísico Internacional de 1957-1958.

Como seguimiento, se establecieron mediciones permanentes de dióxido de carbono bajo el liderazgo de Charles Keeling, de la Institución Scripps de Oceanografía, California. Gracias a la habilidad y la perseverancia de Keeling, ahora existe un registro de más de cinco décadas de mediciones de dióxido de carbono, las cuales claramente indican un patrón de crecimiento sostenido (Fig. 4). La concentración de dióxido de carbono actual (2015) es de 400 ppmv y el aumento anual es de aproximadamente 2 ppmv. No hay duda de que los seres humanos han reemplazado a los volcanes como los principales agentes del cambio geofísico global.

El gráfico Keeling.

Fig. 4  El gráfico Keeling.

¿Existe alguna evidencia sobre el calentamiento global? El Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA en New York, ha desarrollado una gráfica que muestra las mediciones de las anomalías de la temperatura media global de la tierra-océano, desde 1880 hasta el presente (Fig. 5). Dicha gráfica muestra claramente un aumento de alrededor de 0.6°C durante los últimos cincuenta años. Por lo tanto, según la NASA, un aumento del 25% del dióxido de carbono atmosférico aparentemente ha causado un aumento de 0.6° C. Si esta tendencia sigue, una duplicación del dióxido de carbono daría lugar a un aumento del 2.4°C en la anomalía de la temperatura. Los cálculos de Arrhenius son buenas aproximaciones.

anomalía de la temperatura media global de la tierra-océano, 
desde 1880 hasta el presente

Fig. 5   Anomalía de la temperatura media global de la tierra-océano,
desde 1880 hasta el presente (°) (Fuente: NASA).

Para concluir, Arrhenius estuvo esencialmente correcto al identificar y calcular la capacidad de los gases de efecto invernadero para regular el clima, en particular, el dióxido de carbono. La intención de la naturaleza es que este sistema fuese cibernético, es decir, autoregulable, con períodos de calentamiento seguidos por períodos de enfriamiento. Sin embargo, durante el último medio siglo, los humanos hemos desestabilizado completamente el sistema natural. La retroalimentación positiva resultante amenaza con desactivar el funcionamiento cibernético de la ecosfera.

Una reflexión final: el dióxido de carbono atmosférico actúa como un cobertor, ya que impide que parte del calor que se encuentra debajo de él escape al espacio. Cuanto mayor sea la cantidad de dióxido de carbono, más grueso será dicho cobertor y, por consecuencia, mayor será la cantidad de calor retenido. Mientras el espesor real del cobertor está sujeto a variaciones estacionales (ver la gráfica en la Fig. 4), la tendencia marcadamente ascendente de los últimos cincuenta años es actualmente motivo de preocupación. El cobertor es cada vez más grueso, independientemente de las estaciones; su ancho ha aumentado 25% en los últimos 55 años. Esta debe ser la razón por la cual muchos glaciares en el mundo están desapareciendo; véase, por ejemplo, la Fig. 6.

Glaciar Ururashraju, Cordillera Blanca, Perú, se ha retirado unos 500 metros entre 1986 y 1999.

Fig. 6  El Glaciar Ururashraju, en la Cordillera Blanca, Perú,
retrocedió aproximadamente 500 metros entre 1986 y 1999
(Créditos: Gary Braasch photography).


1 Arrhenius, S., 1896. On the influence of carbonic acid in the air upon the temperature of the ground. Philosophical Magazine and Journal of Science, Series 5, Vol. 41, No. 251, April, 237-276.
2 Arrhenius, G., K. Caldwell, y S. Wold. 2008. A tribute to the memory of Svante Arrhenius (1859-1927), a scientist ahead of his time. Presentado en la Reunión Anual 2008 de la Sociedad Real Sueca de Ciencias de la Ingeniería, Estocolmo, Suecia.
230806


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