En el año 2007, durante una visita técnica a Cajamarca, Perú, los integrantes de mi equipo, conformado por un guía, un chofer, y yo, íbamos camino a Combayo y nos detuvimos a almorzar en una casa ubicada a la vera del camino. Combayo es un pueblo localizado en los Andes, 28 km al norte de la ciudad de Cajamarca, a una altitud de 3.150 m y con precipitación media anual entre 500 y 1.500 mm (ver figura).

Mientras esperábamos que se preparara la comida, di una vuelta por los alrededores, entablando conversación con un niño de 10 años que se encontraba trabajando el campo. Como el tema de nuestra visita era precisamente el agua, le pregunté al niño de dónde sacaban el agua para la agricultura. Yo tenía dos respuestas clásicas en mente: (1) agricultura de temporal, o de secano, alimentada por la lluvia, o (2) agricultura irrigada. Su respuesta no se hizo esperar y me sorprendió sobremanera: "Lo que hacemos es excavar un canalito en el suelo, y el agua sale, fluyendo luego por el canal." Era claro que el nivel freático estaba tan cerca de la superficie que no había necesidad de esperar por la lluvia o traer el agua desde más lejos.